AMPUTACIÓN DE CIUDAD
(...) Ella me ofreció todo lo que yo quería, el rescate de un futuro, el horizonte trasladado. Perfeccionamos una relación, aprendimos a deleitarnos, a pasear, a vivirnos con intensidad. Me sorprendía en cada esquina una emoción, una novedad, en cada barrio un universo por averiguar… Cada día era inesperado y la ciudad renacía en mi. Cuando llegó el momento de mudarme, me sentí reconfortado porque sabía que ella siempre estaría ahí persistente, enérgica, abundante para cada momento de mi vuelta. Una fuente de alegra intemporal.
Pero ahora que afronto esta operación quirúrgica, tengo un cúmulo de emociones y preguntas en mi mente. ¿No existe nada que pueda hacer?, ¿es realmente necesaria la intervención? La probabilidad de una amputación se ha convertido en una realidad; a veces me siento nostálgico por lo que estoy perdiendo. Pero la amputación significa darme una oportunidad para remover algo que está seriamente amenazando la felicidad. Es el momento de decir adiós a un órgano, una parte, un viejo amigo, que ya no es capaz de secundarme. Me cuentan que en muchos casos una amputación que es bien ejecutada, seguida de una buena adaptación protésica, da como resultado menos dolor y más funcionalidad para mí. Las úlceras que no sanan me están limitando una vida futura, en otro lugar sin recuerdos paralizantes, un presente de salud y fortaleza; la amputación es aceptar un paso hacia delante en el mejoramiento de la calidad de mi vida, de verdad una decisión que será muy positiva.
¿Cuánto de la ciudad será retirado de mi cerebro? No tengo claro lo que quedará aún en mi retina, en mi cabeza. Creo que sólo el tiempo lo dirá. Es importante no amputar todo completamente, también se necesitan referentes, después hay que ver cómo la herida cicatriza, que la amputación sane apropiadamente.
¿Qué puedo esperar una vez regrese a mi ciudad futura? Tras un viaje agotador en avión, cuando despierte y atraviese la frontera del aeropuerto, sentiré que aquella ciudad ya amputada todavía esta ahí, que la amputación no ha sido realizada. Este fenómeno es conocido como “sensación fantasma”. Algunos pacientes se sienten confusos y tristes; esta sensación sólo desaparece, como casi todo, con el tiempo.
Afrontando la cirugía en mi última visita a la ciudad. La amputación es la solución que me han aconsejado especialistas en mi enésima visita, como viajero, transeúnte, paseante o turista si se me permite. Volver a la ciudad pasada me ha hecho darme cuenta de que necesito amputarla para salvarme, para salvar el resto de mi cuerpo, el futuro que me queda, mi otra vida, las otras ciudades.
Después de la cirugía, el tubo de drenaje será retirado de la herida, empezaré a deshacer las maletas, a bajarme las fotos, a desplegar los regalos, los últimos recuerdos de ese trozo de mí, de mi cuerpo muerto. Mis amigos me visitarán, la familia se interesará por mi viaje. Comenzaré mi plan de rehabilitación, habituarme a otra ciudad, aquella donde ya vivía antes de la operación, una nueva ciudad, esperanza quizá. El vendaje debe ser cambiado diariamente; durante mi regreso debo hacer ejercicios para tratar de olvidar (no estoy seguro de conseguirlo.) Típicamente algunas personas amputadas sanan un poco más rápido; yo he sido siempre lento para las recuperaciones. Ya sé que darle vueltas no ayuda, aunque un mayor flujo sanguíneo equivale a una mejor circulación, lo cual conduce a una cicatrización más rápida.
¿Experimentaré dolor por mucho tiempo? Espero que sea menor del que estoy sintiendo en estos últimos días aquí. Las escenas del cine, donde los pacientes muerden una bala y se beben una botella de whisky para afrontar el dolor de una amputación, me pesan en la cabeza. Ya sé que son cosas de película pero me pongo así de aprensivo cuando pienso en mi vida sin la ciudad. Quizá estoy exagerando, existen prótesis que ni se notan, con las que incluso puedes llegar a realizar las mismas actividades que antes, sustitutos en definitiva de una felicidad pasada. Además con la falta de un sentido, otros se desarrollan. Ahora necesito ver la parte positiva. Esto ya me ha pasado otras veces y también a otra gente. Aunque dos pacientes y por consiguiente dos amputaciones nunca son exactamente iguales. Pero todo se va a solucionar; yo soy el que mejor comprende y conoce lo que me está sucediendo, me recuperaré, lo haré con la ayuda de cada uno de vosotros, allí, en mi próxima ciudad artificial y luminosa.